Beneficios de la neurophisicología en la tercera edad

El número de personas mayores está creciendo de forma considerable a nivel mundial, produciéndose un importante cambio en la pirámide poblacional, lo cual obliga a llevar a cabo una serie de adaptaciones sociales, económicas, culturas, educativas y científicas acordes con la nueva situación y en beneficio de estas personas (Sánchez Tirado, 2012).

En la etapa de envejecimiento se produce un declive cuantitativo de las funciones cognitivas. La pérdida de funciones cerebrales no es ni homogénea ni afecta de igual manera (con las mismas características cuantitativas o cualitativas) a todas las personas, lo cual sugiere que los mecanismos neurobiológicos que subyacen al envejecimiento cerebral son múltiples y variados y se fundarían en alteraciones tanto estructurales como funcionales (Espert Tortajada y Villalba Agustín, 2014).

La preservación de estas funciones es una condición necesaria para desarrollar una vida independiente y de calidad (Pedraza, 2013), por lo que llevar a cabo programas de estimulación cognitiva que favorezcan un envejecimiento activo hacen que se reduzca el grado de dependencia y se fomente la autonomía personal, las interacciones sociales y se mejore el bienestar y la calidad de vida de estas personas.

La estimulación cognitiva se define como el conjunto de técnicas que pretenden optimizar la eficacia del funcionamiento de las distintas capacidades y funciones cognitivas preservadas, así como enlentecer el proceso de deterioro. Las funciones a trabajar siempre son adaptándose a las características personales de cada participante (Espert Tortajada y Villalba Agustin, 2014).

Para realizar un trabajo individualizado y específico es necesario conocer la historia de vida de cada paciente con el objetivo de adaptar las tareas a las características personales de cada persona. Para ello se realizará una anamnesis de su historia clínica y se llevará a cabo una valoración, tanto cognitiva como emocional y conductual. Posteriormente, se deberá realizar un seguimiento periódico de la evolución de cada persona con el objeto de ir revisando y ajustando las actividades y tareas al grado de deterioro y a las necesidades específicas de cada persona (Espert Tortajada y Villalba Agustín, 2014).También es importante adaptar el entorno y establecer un estilo de vida saludable, incluyendo horas de sueño de calidad, una alimentación saludable, práctica de ejercicio físico de forma regular y entablar relaciones interpersonales.

Una vez estudiado el caso, se pasará a la intervención a través de sesiones de estimulación cognitiva, en las que se trabajarán las capacidades cognitivas, funcionales, motoras, emocionales y psicosociales.

Es de especial interés la familia, su bienestar repercute en cada paciente por lo que es importante tener en cuenta las necesidades y las circunstancias de estas personas y facilitar momentos de escucha y descarga emocional.

En conclusión, la realización de estimulación cognitiva para favorecer un envejecimiento activo produce efectos importantes en la calidad de vida y en el bienestar emocional de las personas mayores. Dichos resultados podemos observarlos a nivel cognitivo, como emocional y funcional, siendo necesario incluir este tipo de actividades para compensar o prevenir dichos déficits asociados a la edad y/o patología.

Psicólogas de Centro Crece; Irene Sales, Claudia Molpeceres y Lorena Miñarro

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